miércoles, 2 de noviembre de 2016

Día XIX. 16.11.215: Carrión de los Condes > Terradillo de los Templarios (26.6Km); Perdido.

  Supongo que la tensión acumulada por el incidente de ayer (el de nuestra llegada), me  llevó a descansar cómodamente sobre la cama del albergue. Quiero destacar, que el temperamento de la religiosa que nos despidió esta mañana, era inversamente proporcional al de la que nos dio la "bienvenida" el día anterior;...qué dulzura. Antes de salir, me crucé en el pasillo del establecimiento con un coreano que caminaba a duras penas. Sse ayudaba, a modo de bastones ingleses, de un bastón de peregrino y un trípode de cámara fotográfica. Al parecer, y por lo que me ha comentado un chico que se hospedaba también en el albergue, lleva allí enclaustrado varios días, a la espera de que sus pies le permitan ponerse las botas para volver a caminar. De ahí que insista en lo importante que es esa higiene, especialmente de las piernas y pies a diario.





Río Carrión, Carrión de los Condes.
  Por suerte, según salíamos de Carrión de Condes, tuvimos la ocasión de comprar unos "víveres" en un supermercado. En cierto modo, evitábamos problemas por la incertidumbre a la hora de encontrar bares en el recorrido de hoy. A diferencia de los etapas anteriores, el Camino por estas  tierras de Castilla, discurre por un trazado en el que los pueblos están más separados de lo habitual, con lo que conviene tener siempre a mano algo que llevarse a la boca.


 
  Otra vez la niebla nos acompañaría durante buena parte del día;  así, a duras penas, pude fotografiar el puente sobre el río Carrión y el monasterio benedictino de San Zoilo. Éste está ubicado a las afueras de Carrión de los Condes, un lugar que resulta ser un importante centro de documentación y estudio de la ruta jacobea. En estos primeros lances de la jornada,  el trayecto coincidía con tramos de calzada romana, con la antigua Vía Aquitana que iba desde Burdeos, en Francia, hasta Astorga.


   
N-120
   Anduvimos en torno al arcén de la Nacional 120 prácticamente todo el tiempo, siendo en cierto modo nuestro punto de referencia, pues de modo obligado nos vimos en la necesidad de cruzar de un lado a otro en varias ocasiones.







  Y por si fuera poco, carteles como éste no hacían más que sembrar dudas sobre la distancia que llevábamos recorrida, debido a que no coincidían los kilómetros que establecían las flechas amarillas del  suelo con las que mostraban dichos carteles en cuestión. Aunque ésto no deja de ser una constante en todo el Camino.






Calzadilla de la Cueza.
 Entramos en Calzadilla de la Cueza como si fuéramos los forajidos de un "western", ya que cruzamos su calle principal de punta a punta sin llegar a encontrarnos con nadie. Algo así como sucede cuando los "malos" de la película entran en un pueblo y toda la gente se esconde en sus casa. Solamente logramos intercambiar unas palabras con el dueño del único bar que encontramos abierto. En casos como éste, la palabra "Único" resulta suficiente.





 
Iglesia Parroquial de San Pedro,
Terradillos de los templarios.
  Acabábamos de hacer una parada exprés en un bar de Ledigos, a una media hora de nuestro destino planificado hoy en Terradillos de los Templarios, cuando me di cuenta de que me había dejado olvidada mi gorra sobre su barra. Así que les comenté a Levin y Roy el tema, y les dije que no me esperaran, que siguieran caminando y que en unos minutos les alcanzaría. Con lo que regresé al bar, recuperé mi gorra, y me dispuse a afrontar en soledad esos últimos kilómetros. De entrada, no tenía por qué ser un problema, pues  se suponía que lo tenía ahí mismo;...¿ahí mismo? De repente, me encontré en la disyuntiva de tomar un camino a la izquierda, o bien uno a la derecha. La primera intuición fue tomar el de la izquierda, pero tras recorrer un buen trecho sin indicación alguna, decidí volver sobre mis pasos y optar por el sendero de la derecha. Normalmente en estos casos, la señal de una cruz a un lado del camino da a entender que no es la dirección correcta. Anduve un buen rato sin encontrar ningún tipo de indicación,  y por momentos empecé a sentir que la cosa se estaba enturbiando por minutos. Me encontraba solo en medio de la nada, anocheciendo, y caminando, y hacia no sé dónde. Ello, por una pista forestal que cada vez se adentraba más en un monte. Vamos, algo así parecido a estar perdido. Cuando la situación me estaba llevando a barajar el regresar a Ledigos antes de que anocheciera del todo, para pasar la noche en su albergue, mi ángel de la guarda en forma de tractorista apareció por aquel camino, y me desveló que cualquiera de los dos camino conducía a Terradillos de los Templarios.  Así que, aceleré mi paso y con la ayuda de unos niños, logré llegar al albergue Jaques de Molay, en donde me esperaban un tanto inquietos por mi demora, y con una cerveza para mi en la mesa, Florian, Levin, y Roy. Por lo visto,  Brian decidió seguir avanzando hasta el siguiente pueblo, es de esperar que tarde o temprano nos reencontremos con él. 





Albergue  Jaques de Molay, Calle La Iglesia 18.
Terradillos de los Templarios. 979 88 36 79 /  657 16 5011
  Iré por orden, y dadas las circustancias de mi fría llegada a Terradillos, resaltaré en primer lugar de este albergue Jaques de Molay, la sopa castellana que me prepararon para la cena;...buenísima. El establecimiento es un alojamiento de tipo privado, plenamente recomendable. Algo digo yo que tendrá que ver en ésto Marisa Pérez,  que es la persona que lo regenta algo así como treinta años.






  Terradillos de los Templarios debe su nombre a los Caballeros de la Orden del Temple, una congregación entre religiosa y militar, que allá por el siglo XII custodiaba el Camino de Santiago. Concretamente en este enclave, existen documentos que determinan  que aquí se construyó su hospital de San Juan, del que ya no queda ningún atisbo de sus  restos. Aquellos  Caballeros Templarios acabaron siendo perseguidos por la propia Iglesia católica, hasta su extinción. un 13 de marzo de 1.814, Jaques de Molay, su último líder, fue condenado a morir en la hoguera, y cuentan, que antes de que éste falleciera, gritó: Clemente V, Papa, yo os emplazo al tribunal de Dios antes de 40 días. Y vos, Rey Felipe, en menos de un año. El caso es, que al primero lo hallaron muerto en el plazo establecido por Molaey por extrañas circunstancias, y el segundo, al año siguiente, pereció tras tener un accidente con su caballo, y con ello, con el cumplimiento de dicha profecía, se comenzó a forjar la leyenda y sinbolismo de esos mojes guerreros, que emprendieron su andadura hacia 1.118 en Jerusalén, en donde su convivencia con otras culturas les otorgó cierta sabiduría, que les llevaría a las suposiciones, o no,  de que éstos acabaron acumulando un valioso tesoro. El qué hacían realmente custodiando el Camino de Santiago, y que no era un azar sin más, el que ocuparan lugares y construyeran edificios en enclaves determinados. No obstante, su secreto se extinguió con ellos, pues de sus documentos y posibles riquezas nunca más se supo.




Gorka Isasi, Barakaldo, Bilbao.
  Gorka es un chico vasco que empezó su Camino en  Roncesvalles, y a unos kilómetros de Zubiri, se vio obligado a solicitar los servicios de una ambulancia para terminar su etapa. Después, retomó sus pasos y en Santo Domingo de la Calzada sus pies dijeron:...¡hasta aquí!, y se sintió en la necesidad de pasar algún día extra para curar sus heridas.  Tras lo anterior, logró llegar a Terradillos, donde he intentado hacerle una puesta a punto con fisioterapia de emergencia, y como le he comentado, mientras vayamos coincidiendo, podré echarle algún que otro vistazo. Su persistencia en acabar el Camino deja bien claro que se trata de un auténtico bilbaíno.





    Seguiremos hablando. 

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