miércoles, 2 de noviembre de 2016

Día XI. 08.11.2015: Nájera > Santo Domingo de la Calzada (21 Km); mañanita con niebla, tarde dee paseo.


Nájera.





  Dejé mi mochila en el punto que me indicó anoche la recepcionista del hotel, para que la recogiera la empresa de transportes al día siguiente. Esta mañana, como de costumbre, me dirigí al mismo sitio en el que habíamos cenado la noche anterior, a fin de encontrarme con mis compañeros y desayunar antes de emprender la ruta. Por cierto, el grupo ha aumentado ostensiblemente en efectivos: se unieron al grupo: Levin, Giulia y Su (una chica de Corea del Sur, que siempre está sonriendo), que hasta ahora, había caminado junto a Carlos y Juan, y un coreano que ha aparecido, como por arte de magia, que a veces me da  en qué pensar, ¿No será un espíritu?;...Lo mismo lo ves, que no lo ves.



Iglesia Santa María La Real
de Nájera.
   Al salir de Nájera, pasamos justo por delante de su Iglesia de Santa María La Real. Es un templo que alberga el panteón de diferentes reyes del antiguo reino de Nájera-Pamplona, antecesor de lo que sería posteriormente el reino de Navarra. Este hecho evidencia la importancia que debió de tener  la localidad en el pasado y no sólo por ser el enclave elegido como mausoleo de algún que otro monarca, si no porque, además, fue el sitio en el que alguno de ellos fijó durante su reinado su residencia habitual, como fue el caso del rey Don García, uno de esos mandatarios, que nació, vivió, y fue enterrado aquí.











Azofra.
   Como dice el refrán: "mañanita con niebla, tarde de paseo", y a pesar de que el día abrió con niebla y nos vimos en la necesidad de tirar de los ponchos impermeables (sobre todo al principio, para no calarnos), la jornada, en términos generales, fue de nuevo de otoño primaveral (...me ha gustado la expresión). En cualquier caso, eso no evitó que tuviéramos que hacer una parada inesperada en Azofra, a unos escasos cinco kilómetros de Nájera, para tomar un cafetito con leche bien caliente. Después de los ponchos, habíamos de recomponernos un poco. Luego retomamos la marcha y no localizamos ningún bar abierto hasta llegar a Cirueña, alrededor del kilómetro quince, en donde no hubo otra opción que repostar en la cafetería de su polideportivo. Es un establecimiento que difiere mucho de la gastronomía autóctona que seguramente ofrece cualquier bar o mesón de la comarca, pero no cabía otra, pues un lugareño al que pregunté, me aseguraba que no encontraríamos ya ningún sitio abierto hasta Santo Domingo de la Calzada.; así que se comió lo que se pudo, y nos clavaron lo que nos clavaron. Dándole mi toque particular al viejo refrán, diré que en ese instante,...más valía cerveza y bocata en mano, que pinchazo de estómago.



  Durante la etapa, y salvo las paradas de rigor en Azofra y Cirueña, caminamos todos dispersos por largos y rectos senderos. Daba la sensación que cada uno de nosotros caminaba solo, como si de unos desconocidos se tratara. Los veintiún kilómetros de la etapa de hoy, llegaron a su fin de una forma cómoda y entramos en Santo Domingo de la Calzada con la suerte de cara,  pues al primer señor que encontramos por la calle, le preguntamos por la dirección del albergue municipal Casa de La Cofradía del Santo y, fíjate, resultó ser uno de sus hospederos, con lo que únicamente tuvimos que seguirle hasta su misma puerta. 




 
Ermita de la virgen de la Plaza,
 Santo Domingo de la Calzada.





  Tras descansar y relajarnos un poco, y en mi caso, darle un pequeño repaso a algunas piernas y espaldas, las de mis acompañantes (saben ya que me dedico a la fisioterapia), salimos por Santo Domingo y visitamos la Catedral barroca, la Iglesia Catedral del Salvador, de estilo románico, y esta ermita de la Virgen de la Plaza, un edificio, que al igual que sucede en otros lugares tan cargados de historia, tienden a pasar desapercibidos por los visitantes, así, que para que por mi no quede, ahí dejo su prueba de "fe de vida". Después, como era de esperar, visitamos otro tipo de templos que encontramos en su plaza del ayuntamiento custodiados por toneles de madera en sus puertas....



Torre Exenta de la Catedral de
Santo Domingo de la Calzada.
Hay archivos históricos, fechados en el siglo XI, que ya hablan de la existencia de un núcleo urbano, en torno a una iglesia llamada Santo Domingo de la Calzada. Al parecer, su nombre se debe a Domingo García, un religioso de la época, que para facilitar el paso de personas en peregrinación hacia Santiago de Compostela, promovió la construcción de un puente, un hospital de peregrinos, un albergue, y un tramo de calzada, a su paso por la zona, que fue en sí la que finalmente acabó apelando al nombre de la villa. Me ha parecido leer en algún lado, que actualmente, la catedral de Santo Domingo, junto con la Sagrada Familia de Barcelona, son los dos únicos templos religiosos de Europa que cuentan en su interior con animales vivos: un gallo y una gallina aquí (en homenaje a la leyenda del gallo y la gallina de Santo Domingo de la Calzada), y trece Ocas, en el caso de la catedral catalana. A lo largo de la historia, la catedral tuvo tres torres: una románica, que en el siglo XV fue devorada por un incendio, una segunda, gótica, que se tuvo que desmontar por su estado semiruinoso, y esta tercera de estilo barroco, que como su nombre indica, por motivos de cimentación, se construyo separada de la catedral.






  La verdad es que no hubo una mejor manera de cerrar lo que había sido aquel día de;...¿Por qué no decirlo? Un paseo, con esta cena. En ella cada uno de nosotros éramos, en la distancia de nuestro puntos de origen, parte de la misma familia adoptiva.
   






Albergue Casa de la Cofradía del Santo,
Calle Mayor 38, Tlf: 941 34 33 90
Santo Domingo de la Calzada.

  Una vez en el albergue, me senté un rato con  el hospedero, con el fin de que éste me confirmara los sitios que permanecían todavía abiertos por ahí delante. Previamente, por la tarde, mientras nos hizo de guía hasta el lugar, le había preguntado sucintamente acerca del tema y me comentó que había poblaciones en las que no estaba del todo claro que hubiesen albergues disponibles. Visto lo anterior, desinteresadamente, hizo alguna que otra llamada telefónica, para poder confirmar cómo estaba la situación, y evitar que las circunstancias nos llevaran a buscar refugio debajo de algún puente. En cierto modo, hoy tendríamos que entender que nos alojamos en un lugar especial, ya que esta Casa de la Cofradía del Santo, dicen, es tradicionalmente el alojamiento más antiguo de toda la ruta jacobea. A pesar de que se encuentra en un antiguo palacio del siglo XVI, sus instalaciones, aunque algo antiguas y justas, se encuentran en buen estado. Quiero destacar el trato recibido por las personas que lo atienden, ello lo convierten en un sitio recomendable. Por cierto, y volviendo a la leyenda del "Gallo y la gallina", en el albergue creo que se crían las gallináceas que se hallan en la catedral. Bien, según uno de los hospederos....




 La leyenda del milagro de "El gallo y la Gallina" se sitúa en Santo Domingo de la Calzada, y cuenta que, en cierta ocasión, un matrimonio alemán y su hijo, que iban de peregrinación a Compostela, pasaron por aquí y se alojaron en una fonda. Al parecer, la hija de los posaderos quedó prendada del joven alemán, y ésta, al no verse correspondida, colocó en su equipaje una copa de plata. Al día siguiente, y tras denunciar el robo, las autoridades del lugar detuvieron al joven germano y lo condenaron a morir en  la horca. Antes de partir de Santo Domingo, el matrimonio alemán fue a despedirse del cuerpo yaciente de su hijo, y cuál fue su sorpresa, que lo encontraron vivo. Cuando fueron a informar del descubrimiento al corregidor de la villa, éste exclamó que su hijo estaba tan muerto como el gallo y la gallina que estaba a punto de comerse, momento en el cual, los dos animales salieron vivitos y coleando de la cazuela que tenía sobre la mesa. Como era de esperar, lo más fácil en aquellos días fue atribuir el milagro al Santo de turno, y estando dónde estamos, que mejor, que otorgar todas aquellas resurrecciones a Santo Domingo de la Calzada.





Giulia Gallucci, Torino, Italia.
  Giulia, es una chica de Torino, Italia, que comenzó el camino en Saint Jean Pied de Port. Me ha parecido entender, a lo largo del día de hoy, en el que gran parte de la etapa caminó conmigo, que vino aquí para poner un poco en orden sus sentimientos y reubicarse de nuevo en su vida. Trabaja como pastelera allá en Torino, y en lo que se refiere a su maña con la harina, el azúcar y los huevos para hacer pasteles, no puedo opinar. Ahora bien, en lo que tiene que ver con su manera de cocinar la pasta, preparó unos espaguetis en Logroño, que debo suponer que más que a la pimienta o la cayena, eran a la pólvora, pues han pasado casi dos días y todavía siento que me arde la lengua. Dotes culinarios al margen, aparenta ser una buena chica, y sobre todo valiente, ya que a sus apenas 22 años, se ha embarcado sola en esta historia.




  Seguiremos hablando.


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