miércoles, 2 de noviembre de 2016

Día VI.03.11.2015: Pamplona > Puente la Reina (24Km); las puertas del infierno.


  Ayer por la noche, la predicción de los satélites de Google (con toda su tecnología), determinaba que hoy sería un día nublado sin más. Pero esta mañana, la sabiduría popular de un lugareño, con el que coincidí en el comedor del hotel, me advirtió: "...al salir, ten a mano el paraguas" y vamos si estaba en lo cierto. Cuando enfilé la calle Estafeta, para acudir al sitio que establecimos como punto de reunión, empezó a caer del cielo algo que dejaba de ser un chirimiri, la lluvia me obligó a recorrer los últimos metros a galope tendido. Al cruzar la puerta de aquella cafetería y contemplar la vestimenta que llevaba puesta Ainhoa, constaté que  mis presagios se hacían realidad;...la donostiarra echaba pie  a tierra y se veía obligada a decirnos adiós. Supongo que siempre me quedará la duda de si, tras su marcha, hubo otros aspectos personales que quizá, la hicieron escapar de allí; en cualquier caso, sé que la echaremos mucho de menos: ¿...A quién le haremos la contra en los sucesivo....? Ves, ¡Qué  dos días llevo!, hace nada me despedí de Alicia, y ahora Ainhoa,...



 
  Empezamos a caminar, y poco a poco, en la línea del horizonte, se fue perdiendo la silueta de Pamplona bajo un manto de agua. Las nubes anunciaban  que iba a ser un día pasado por agua y en los momentos en los que se tomó esta foto, no imaginábamos todavía  lo que nos quedaba por delante: charcos, barro, viento, más barro, más lluvia, ....la madre de Google. A la espera de que la lluvia amainara, nos detuvimos a tomar un bocado serio en un bar, pues teníamos que afrontar veinticuatro kilómetros hasta Puente la Reina; éste era el lugar en el que habíamos planeado hacer noche. Cuando terminamos nuestros respectivos bocatas, me llamó la atención el hecho de que Brian y el  bombero americano, antes de abandonar aquel establecimiento, recogieran la mesa como si de su casa se tratara, y llevaran sus platos y cubiertos a la barra del bar. Lógicamente, y visto lo visto, me dispuse a hacer lo mismo, sin dejar de darle vueltas a la idea de,...cuál diferentes somos. Imagino que no deja de ser una costumbre sin más, pero ahí me vi yo, imitándoles para no sentirme raro. Tal vez te sorprenda lo de "bombero americano", pero ayer por la noche, cuando me lo presentaron, no me quedó claro su nombre, y hasta que no saque y pula un poco más el ingles (se supone que lo guardo en el fondo de mi cerebro desde mis tiempos del "That's English"), me referiré a él como tal.




Zarikiegi, Iglesia de San Andrés.
  Sin comerlo ni beberlo, nos fuimos adentrando en aquel vendaval. Se evidenciaba, que lo que había sido un paseo, había terminado; los "días de vino y rosas" eran parte del pasado. Nos vimos obligados a utilizar cada núcleo urbano que salió al paso, eran un refugio alternativo;...o.... qué mejor que refugiarse en un bar.  Gracias a ello, descubrí la existencia de Zarikiegi, y su Iglesia de San Andrés, custodiada antaño por los Caballeros de la Orden del Temple. Más tarde, hicimos un alto para rellenar nuestras botellas de agua en la fuente de Gambellacos, también conocida como la fuente de La Reniega. Al otro lado de la barra de un bar (en Zarikiegi), una camarera me contó, que según cuenta la leyenda, el diablo ofreció de beber a un peregrino moribundo, ello a cambio de que éste renegara de Dios, de la Virgen, y de Santiago, y que finalmente, acabó rechazando el satánico trago, haciendo volver a los infiernos a Satanás. Asimismo, por medio de una serie de plegarias, brotaría agua desde el suelo del manantial, creándose lo que es hoy esta fuente de la Reniega....Hay que ver lo que dan de sí las leyendas,....y lo que es imaginación....(o no).






Sala de estar de las puertas del infierno.

  Cuando nos encontrábamos en la cúspide de la tempestad, nos topamos con este par de bancos. Supongo que sobre ellos, descansa el alma de algún peregrino que se dejó aquí la vida, en su deseo de conseguir la Compostela. A pesar de que el entorno aparenta ser idílico, uno para soltar la mochila y estirar las piernas un rato, la que estaba cayendo, únicamente, me permitió hacer unas cuantas fotos. Un pequeño homenaje a esa persona desconocida que dio aquí su último paso.  



     
Alto del perdón, figuras del artista Vicente Galbete.
  Después, cogimos ánimos para abordar el ascenso al Alto del Perdón, una dura cuesta, en cuya cima, se hallan las figuras realizadas en chapa por el artista Vicente Galbete. Éstas representan la evolución de los peregrinos a lo largo de  diferentes épocas de la ruta jacobea.









Luego, y para no variar,...¿Qué hay a continuación de una buena cuesta?;...Efectivamente, una tortuosa bajada. Descendimos de aquel Alto del Perdón, por una senda repleta de cantos rodados, que transcurría por el interior del cauce de un torrente; afortunadamente, solo contaba con barro y algún que otro charco, pero ofrecía todas las posibilidades para que alguno de nosotros acabara besando el suelo;...yo confieso que lo besé en una ocasión.


 
Uterga
  Salvada aquella sinuosa bajada, cruzamos de punta a punta las calles de Uterga, Muruzábal,  y Obanos,  un lugar éste en el que coinciden los caminantes que venimos de Roncesvalles y los que lo hacen desde  Somport, en Aragón. Es una villa que cuenta con servicios como farmacia y banco con cajero automático. Este dato, a pesar de que puede parecer un detalle irrelevante, sobre todo para cualquiera que proceda de una gran ciudad, aquí resulta ser un bien preciado.


Iglesia de San Juan Bautista,
Obanos.




Al cruzar la plaza central de Obanos, un grito a nuestras espaldas solicitaba nuestra atención. Se trataba de Yolanda, la mujer californiana que Alicia y yo nos habíamos encontrado tirada en el suelo antes de llegar a Roncesvalles. No me preguntéis cómo, y por dónde, nos había adelantado y tomado  ventaja. Pensaré que no le gusta la cerveza, y por tanto no se detiene como nosotros, en la mayoría de bares que encontramos abiertos. Está visto, que la gente saca fuerzas de donde no hay,  y en mitad de la calle, a las puertas de uno de los albergues de la villa, dejamos atrás, erguida sobre dos bastones, a la americana. Luego, en unos dos kilómetros más o menos, nos por fin llegábamos a Puente la Reina, y emprendimos la búsqueda del albergue Puente, que fue el lugar en el que nos alojamos, y donde me reencontré con Juan y Carlos, los chicos de Huesca;...a veces pienso que somos como un pueblo nómada que cada día al atardecer  coincide en un mismo punto  y monta su campamento para pasar la noche. Nuestra vida  viene a ser como esa canción de -Fito & Fitipaldis-, cuyos versos  dicen: "...Que viene y va, como las olas en el mar se mueren; Que viene y va, como la luna y el rayo verde; Que viene y va, como el estribillo, como un recuerdo, como un espejismo; Que viene y va, como los problemas por la noche..."



  Una vez desprendidos del barro (debajo de una buena ducha), acicalados y habiendo estirado un poco las piernas, salimos a celebrar el reto superado con un pequeño homenaje;...Digo yo que nos lo merecíamos, pues a fe mía,  hoy estuvimos a las puertas del infierno. En mi brindis a la hora de cenar, alcé mi jarra de cerveza por Ainhoa, quien estoy seguro, en ese mismo instante, se estaría preguntando (a unos cientos de kilómetros de aquella mesa), qué estaríamos haciendo. Por cierto, olvidé decirte, que en esta jornada rompí el enigma que venía arrastrando desde ayer por la noche; el bombero americano se llama Roy y es de Dakota del Sur, USA.

  _Ainhoa, allá donde estés y si llegas a leer estas letras, en esa fotografía deberías de haber estado tú.

   El albergue Puente es un establecimiento de carácter privado, dentro de lo que cabe, tiene unas instalaciones en buen estado, y ofrece la posibilidad de alojarte en una habitación de cuatro personas. En días como el de hoy, en los que la etapa ha sido un tanto "heavy", es un aspecto que se agradece. Y bueno,...bueno, resaltar que no nos quedaba otra en el lugar,  ya que era el único alojamiento abierto en estas fecha, en su defecto, la otra opción, pasaba por dormir bajo su puente.  Como vengo haciendo cada jornada en las llegada, en primer lugar, una buena ducha con alternancia de agua fría y caliente en las piernas. Algo duro y "legionario",  pero que viene francamente bien para relajar la musculatura. Después contacto con Carmen, la chica de la empresa de transportes, para determinar dónde irá mi mochila al día siguiente. Y finalmente, antes de meterme en el saco, froto mis piernas y pies con crema antiinflamatoria, para alcanzar un descanso más completo. Es un ritual ineludible, sí o sí. Tal vez puedas pensar que soy excesivamente cauto, pero se trata de eso, de alcanzar pisar la Plaza del Obradoiro  en Santiago, y buscar unos minutos cada día para llevar a cabo esos hábitos, no deja de ser una garantía en esa depuración de kilómetros. Sabes que, en nuestro caso, nos enfrentamos a la ruta de principio a fin. 



Brian Martin Rasmussen y Roy Boots.
  ...¿Qué contarte de Brian y Roy? Como aquel que dice, me han adoptado. De momento, no puedo hacer ningún juicio de valor sobre ellos, entre otras cosas, porque podrían acabar leyendo algo sobre algo que no les gustara y un servidor, se levantara una mañana, descubriendo que se han largado. Bromas a parte, de entrada, Brian el danés, aparenta ser un tipo extrovertido, con un humor peculiar; ello contrasta con el temperamento de Roy, en principio, más reservado. No obstante, supongo que es algo normal entre tres personas que prácticamente se acaban de conocer. Por lo general, las gentes con las que voy coincidiendo, son  de  carácter abierto, cosa que aprecio.




  Seguiremos hablando.

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