miércoles, 2 de noviembre de 2016

Día V. 02.11.2015: Zubiri > Pamplona. Pamplonica:...Gora San Fermín (20.4 Km).


   Después de que anoche esos miedos y el cansancio;...sobre todo eso, acabaran sucumbiendo a mis sueños,  me levanté listo para caminar lo antes posible. La jornada se planteaba con cierta incertidumbre y con un tanto vértigo. Bajé al comedor del albergue y, como me había comentado Santiago (el hospedero), tenía preparado mi desayuno encima de la mesa....Yo que pensaba que me encontraba allí solo, y de repente, apareció Ainhoa, la chica donostierra con la que había conversado la noche anterior. Resulta que el chico danés con el que caminaba, había decidido salir temprano, y ella, según me confesó, estaba esperando a que abriera un poco más el día para afrontar sus primeros pasos con más seguridad. Así que le pregunté si tenía algún inconveniente en que la acompañara, y... ahí que me fui ...destino Pamplona. 
  


Puente de La Rabia, Zubiri.
Salimos del albergue y cruzamos el Puente de la Rabia, denominado así, ya que según cuenta la leyenda, durante su construcción allá por el siglo XI,   hallaron en el fondo del río las reliquias  de Santa Quiteria, la Santa a la que se atribuye la cura del mal de la rabia. Ya ves, y el tal Luis Pasteur dándoselas de que había sido él quien había dado con el antídoto que sanaba esa enfermedad....Si es que....



   
Río Arga
  Fue un recorrido fácil, y salvo alguna que otra cuestecilla, podría decir que más que una caminata de veinti  y algún kilómetros, aquello fue realmente un paseo, con el sonido relajante de la corriente del río Arga como música ambiental.   Prácticamente anduvimos todo el tiempo en torno a su rivera, y  Ainhoa, que ya había hecho el trayecto en otra ocasión, me contó que le coincidió en  un día que había llovido mucho y el río llegó a desbordarse en alguno de sus tramos, resultando ser  algo peligroso;...he ahí, su respeto, en cierto modo a que quisiera caminar con la luz del día. Paso a paso, fuimos dejando atrás: Ilarratz, Eskirotz,  Larrasoaña, Akerreta, Zuriain,  Irotz,  Vllava, Burlada. "TODAS ESAS POBLACIONES CON TODOS SUS BARES CERRADOS" hasta alcanzar una cafetería en las afueras de Pamplona;...¡Ea!, es lo que tiene, por lo visto, venir al Camino en temporada baja. Algo me dice que ésto va a ser una constante durante toda la travesía. Eso si, al llegar más tarde al hotel en el que me alojé, descubriría que debí mos tomar algún pequeño atajo y nos ahorramos un par de kilómetros no sé bien dónde, pues al parecer a la salida de Irotz nos despistamos un poco, pecamos de confianza por la facilidad de la etapa,  y al  querer tirar para Arre, que era la indicación buena,  seguimos la flecha equivocada y no anduvimos por donde transcurre el verdadero Camino Francés, que discurre realmente a través de una senda serpenteante por lo alto de una montaña;....pido para nosotros por ese error ¡¡DERECHOS HUMANOS!!



Villava.
   A estas alturas de la etapa, ya se percibía un auge mayor de gente en sobre la ruta. En nuestra parada en aquella cafetería, saludé a Juan y Carlos, los chicos de Huesca, y completamos desde allí nuestros últimos pasos hasta la capital navarra junto a Levin, un  suizo que Ainhoa había conocido en el albergue  de Saint Jean. 


  
Calle Estafeta, Pamplona.
  Una vez en Pamplona, tras despedirme de mi compañera de viaje y acompañar a Levin a la oficina de información y turismo que nos pillaba de paso, y recordaba en donde se encontraba, de mi último paso por la ciudad, me dirigí al hotel Eslava. Es un sitio al que una vez más,  llegué de la mano del amigo Google. Resultó ser del todo un acierto, ya que su céntrica localización y su relación calidad/precio lo convertían en un establecimiento idóneo. De momento, mi idea, mientras tenga asegurado el traslado de mi mochila, es ir alternando entre albergues y hoteles o pensiones. El servicio de estas compañías de transporte funciona de la siguiente manera: yo cada noche los debo llamar, o enviar un mensaje,  para acordar el destino del siguiente día. De este modo,  a la mañana siguiente, antes de salir, les dejo mi equipaje en la recepción del establecimiento, con un sobre en el que deposito el dinero por sus servicios, en el que indico a su vez el lugar al que tienen que trasladarlo de nuevo. Por norma, los hospederos conocen a la gente que hace los transportes y hay ocasiones, como es el caso de la empresa "Nunca caminareis solos" (con la que yo contacté), que cuentan con la llave de alguno de los albergues para acceder a ellos libremente. Actualmente, cada día pago por este servicio 5€, aunque en los meses de más afluencia de peregrinos, tengo constancia de que el precio es de 3€. En mi caso, lo considero una manera de poder andar con más soltura. Especialmente en estos primeros días de adaptación, con lo que en sí, ese dinero lo considero un seguro para avanzar sin problemas;...o mejor dicho,...menos problemas.



Plaza de toros de Pamplona.
   Estando donde estaba, no podía dejar de ir a recorrer los...alrededor de 875 metros de distancia de las calles por donde discurren cada mes de Julio los famosos Encierros de toros en honor a  San Fermín: Santo Domingo, Plaza del Ayuntamiento, Mercaderes, Estafeta, Telefónica, y Plaza de toros;....eso sí, anduve sin cuernos a mi espalda. No quiero ni imaginar lo que será esta travesía en plenas fiestas. El origen de ese acontecimiento se remonta a la Edad Media (siglos XII-XIII), y en base a tres celebraciones: actos religiosos en honor a San Fermín, las ferias comerciales, y las corridas de toros. A pesar de que los eventos en un principio se realizaban en torno al 10 octubre, los pamploneses, artos del mal tiempo, allá por  1591 decidieron trasladar sus fiestas al mes de  julio y hacerlas coincidir con el santo en cuestión y disfrutar de un mejor;...y desde entonces hasta hoy. No obstante,  en gran medida, su reconocimiento y difusión mundial vinieron en el siglo XX, por lo que escribió especialmente sobre ello el periodista y escritor Ernest Heningway en su novela "The sun also rises" (fFiestas), de 1926....Dicho sea de paso, el verdadero patrón de Pamplona es San Saturnino.



Mesón La Granja con su cocinero Miguel Mora.
 Supongo que para comer, hubiese merecido la pena entrar en cualquier mesón de la parte vieja de la ciudad, pero conocía a un paisano mío que se encontraba trabajando  como cocinero en uno de ellos, en el Mesón La Granja, situado en la mítica calle Estafeta 71. Con lo que fui en su busca y,... efectivamente, Miguel Mora en persona, un yeclano que desde hace unos años está al mando de sus fogones. Hace algún tiempo, en mi última visita a esta a Iruña, es la denominación de esta villa en euskera,  estuve comiendo en el Mesón El Pirineo, situado en la misma calle, pero en su número 41, del que guardo, igualmente un buen recuerdo. Si pasas por aquí, ya sabes, doy fe de cualquiera de ellos, a pesar de que ya sabes,...sobre gustos...




Plaza de. Castillo, Pamplona.


  Bien comido,  me dirigí a la Plaza del Castillo, en donde di con una lavandería gajo sus soportales en la que poner el contador de mi ropa limpia a cero. Para aprovechar el tiempo, mientras el tambor de aquella lavadora se hacía cargo de mi colada, hice un poco de logística y me fui a investigar por dónde tendría que continuar el Camino mañana; y ya te digo, si hay un lugar en el que poder afirmar que es prácticamente imposible perderse, ese es Pamplona, ya que el suelo de sus calles está repleto de conchas peregrinas que indican la dirección.



Con Ainhoa, Levin, el bombero americano, y Brian.

  ...Me encontraba estirando un poco las piernas en la cama del hotel, cuando sonó mi teléfono; apareció la voz de Ainhoa, al otro lado, para decirme que estaba con unos amigos en una cafetería, y que si me apetecía, podía ir con ellos. Por lo que...4, 3, 2, 1,...y me dirigí al encuentro de esa cerveza, por cierto, bajo la primera lluvia que hizo acto de presencia en el Camino. Una vez en el bar, y tras las presentaciones de rigor, comprobé lo limitado que era mi inglés. Menos mal que la guipuzcoana era una buena políglota y hacía de traductora intermediaria en mi conversación con: Brian, un danés que trabajaba, por lo que puede entender, como periodista deportivo; un bombero americano, que todavía no sé como se llama y Levin, un chico suizo que había conocido por la mañana. Al parecer,  Ainhoa les había hablado de mi, y estaban algo perplejos y sorprendidos al saber de mi limitación visual y que me había embarcado en esta aventura yo solo. Les intenté explicar que, de entrada, eso no es del todo un problema, que únicamente es un punto más de dificultad y aclaré (como ya advertí anteriormente) que mi intención era, cuando me encontrara algo perdido, ir tras los pasos del primer mochilero que viera al pasar,  pero vamos,  no sería ya  necesario, ya que me dijeron que al día siguiente (a las 08:00 PM), me esperarían en el mismo sitio para dirigirnos juantos al siguiente destino: Puente la Reina. Por lo visto, los Dioses me sonreían.



    Finalmente, tras dejar atrás unos cuantos vinos y cervezas, nos retiramos implorando para que amaneciera un día sin lluvia. De lo contrario, nos veríamos casi obligados a despedirnos de Ainhoa, ya que a pesar de su intención inicial de llegar a Logroño, no vino del todo preparada para el mal tiempo,...un plan de última hora, de:...si llueve me vuelvo y punto....Crucemos los dedos.



Ainhoa Iruretagoiena,
Zarautz, Guipúzcoa.
  Y ahí esta ella, con su pañuelo al cuello. Ainhoa es una chica de Zarautz (Guipúzcoa) a la  que le fascina vivir el mundo del Camino, y mientras no encuentra trabajo como topógrafa, que es lo que ha estudiado, cada vez que tiene unos días, se escapa y completa unas cuantas etapas. Aunque por lo que hemos hablado a lo largo de la jornada, pienso que viene aquí a tomar aire y encontrarse consigo misma. Algo me dice que mañana se despedirá de nosotros. Es un mal presagio....



  Seguiremos hablando.


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