miércoles, 2 de noviembre de 2016

Día XVI.13.11.2015: Burgos > Hornillos del Camino (20.6Km);...Aquí no hay Wi-Fi, aquí hablamos entre nosotros.



  Me levanté con la luna todavía en el cielo, con la intención de dar un último paseo por la plaza de Santa María, junto a la catedral. Llegados hasta aquí, tal vez te has preguntado, a qué hora me levanto cada día. Pues en jornadas como la de hoy, en el que el albergue está más concurrido, suelo ponerme en acción a eso de las 06:45 AM, con el fin de no encontrar los aseos a "Tope de power",...vamos, que con mucho transito de usuarios. Después ya, entre unas cosas y otras, desayuno incluido, hasta más o menos las 08:00h, no nos ponemos en marcha Supongo que en época estival, la puesta en marcha se retrasa un par de horas con el propósito de escapar de los rayos del sol, o al menos eso es lo que tengo entendido. 




Con Tim Mizen.
  A esas horas de la mañana, y salvo algún que otro barrendero, aquella plaza se encontraba totalmente vacía. Salí con la esperanza de tomar un café en cualquiera de los bares de la zona, pero todo quedó en un intento. A mi regreso al albergue, me esperaba Tim para despedirse de mi: reitero mis palabras, un gran tipo. Atrás quedaban esas suelas ayer noche en "El Morito", y una velada inolvidable. Evidentemente son esos momentos los que marcan el sentir del camino. Allá donde quiera que estés, y si acabas leyendo estas letras alguna vez estas letras: estimado Tim MIzen, el "Gentleman" inglés,...GRACIAS!.





Burgos.
   Después de esas minivacaciones de un día extra en Burgos, nos fuimos de allí con el sol de cara y sin un destino prefijado. Serían nuestras piernas las que determinarían cuándo y dónde dejaríamos de caminar hoy.


Estatua "Mujer mirando al río"
 en el paseo del Espolón.
  Mis dudas sobre la vestimenta de Giulia para afrontar la etapa, se disiparon pronto. Al parecer, ha decidió desplazarse unos días a Bilbao para visitar a una amiga, y reencontrarse con nosotros más adelante. Supongo que el estado de sus piernas habrá tenido algo que ver con esta decisión. Sin embargo, y por si acaso, me he despedido de ella, ya que nunca se sabe... Duro golpe; en menos de  diez minutos he dejado atrás a  Tim, y ahora ella. En fin, ahí quedaba la extrovertida chica de Torino, al lado de la estatua "Mujer mirando al río" que se encuntra en el paseo del Espolón,  a unos metros del lugar en el que ayer hicimos aquel picnic que, a buen seguro, quedará en nuestros recuerdos para siempre.












Poco a poco, y a través de un sendero en el que la mano del hombre había cambiado las sombras de árboles por las de los postes de una línea de alta tensión, se fue perdiendo la silueta de las torres de la catedral burgalesa en el horizonte. Hoy se nos unió al grupo Florian, el chico de Frankfurt. Veremos lo que aguantan sus pies.
















Rabé de las Calzadas.





   Hacia el kilómetro once de caminata paramos en Tardejos, en un bar de carretera regentado por dos simpáticas chicas, que nos recibieron como antaño hacían en las antiguas ventas cuando llegaban extranjeros a las mismas y traían noticias de otros lugares. Por lo que me comentaron, tanto Tardejos, como la población vecina de Rabé de las Calzadas, tuvieron un papel relevante en los tiempos en los que la península ibérica estaba bajo el dominio de Roma. En épocas de lluvias, la comarca se convertía en un territorio  pantanoso, peligroso de cruzar, debido a los continuos desbordamientos de su río Urbel.





  En un par de horas, recorrimos los diez kilómetros que nos quedaban hasta Hornillos del Camino, donde decidimos hospedarnos (equivocadamente). Nos parecía que hacer una etapa de unos 20 Km, después de haber parado dos días en Burgos, sería lo menos sufrible para nuestros pies, aunque claro está, en esos momentos desconocíamos lo que encontraríamos en Hornillos.





Hornillos del Camino.
  Cuando pasamos al nivel de esta señal que marca velocidad máxima 30Km/hora, cedimos el paso en la carretera a un camión que marchaba a unos 60km/hora. Más tarde, en las primeras casas del fondo de la imagen, ese camión se detuvo, y bajó de él a toda prisa su  conductor, que como un autómata, abrió una ventana a cada lado de la caja del vehículo y organizó una tienda ambulante en unos segundos: carne, fruta y verdura, y pescado, en cada uno de sus lados.  Aquella era la único supermercado que había en Hornillos dos veces a la semana, y en dos de sus esquinas. Una vez en el albergue parroquial, que está aceptable, dicho sea de paso, descubrimos que en aquel pueblo no había ningún bar abierto, ningún supermercado, y prácticamente, nula cobertura para los teléfonos móviles. Esto último era algo que quedaba claro en un cartel en el que se leía: "Aquí no hay Wi-Fi, aquí hablamos entre nosotros". La cuestión que se nos planteaba allí, era que para obtener ingredientes para preparar algo de cena, todo pasaba por comprárselos directamente a la hospedera y al precio que ésta estimara (se dice de "oro", pues si. Luego está supongo yo las tiendas "Gourmet"). "Afortunadamente", pudimos conseguir lo suficiente como para hacer unos macarrones a la Greg, y una sopa que cocinó Su, cuyo  caldo me supo a rayos. Aunque es de suponer que eso tiene que ver con las costumbres culinarias y la diferencia de sabores entre oriente y occidente.



Iglesia Parroquial de Santa María.
  Hornillos del Camino. 
  Un busca de dar con la civilización, un  lugareño me dijo  que si salía un poco  a las afueras de la villa, igual hallaba algo de cobertura. Y ahí me tienes, en una noche cerrada, deambulando por una calle sin luz y saliendo del pueblo, ello hasta que el sonido de la recepción de un What's App, me venía a decirme.... ¡Quédate quieto y no te muevas! Una vez hecha mi llamada, me dispuse a regresar, y en un instante  determinado, sentí que uno de mis pies aplastabaen una masa viscosa que había sobre el suelo, y pensé:...espero que con los animales que he visto sueltos por aquí, lo que he pisado sea, en el mejor de los casos, "de perro". Con lo que terminé aquella gélida noche, a las tantas  en una pila de lavar que había en el patio del albergue,  limpiando mis zapatillas a fondo alumbrado por mi linterna. Lógicamente debía dejarlas en un estado aceptable antes de introducirlas mañana dentro de mi mochila, y evitar que el resto de mi ropa acabara oliendo a algo similar a las mofetas.







Aquí unos "amigos".
  Para cerrar el día, hablaré de estos individuos que realizan el Camino sobre dos ruedas. Esta mañana, en un momento dado, y según iba caminando, escuché a mi espalda algo así como:..."Vamos a pasarle cada uno por un lado". En eso, mi subconsciente me dijo:..."Cuando los sientas a tu altura, pon tus brazos en cruz". A pesar de todo, controlé mis impulsos y pasaron junto a mi sin más. Aunque ya os digo, el cuerpo me pedía otra cosa bien diferente. Supongo que es el cariño mutuo que se tienen los caminantes y los ciclistas, provocado por el dilema de, quién es el que tiene más derechos y preferencias de paso en la ruta jacobea. No obstante, yo hago la siguiente reflexión: en los tiempos en los que los caballeros de la Orden del Temple custodiaban el transito de personas en el Camino, digo yo, que no habían bicicletas, con lo que estimo,  que si no es a pie, por aquí,...como mucho, a caballo o en carro. A las duras, las maduras. Es decir, nada de:...este tramo voy por la vía tradicional, y  este otro por carretera alternativa. Tal vez os parezca un tanto drástica mi postura, pero hasta que no la sufres en primera persona no eres consciente realmente del tema. En cualquier caso, paz y amor, y si tienes pensado hacer el camino en bicicleta y lees antes estas letras, ya sabes,...¡CARRETERA!.



Seguiremos hablando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario