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Iglesia de Santa María, Cacabelos. |
De esta Iglesia de Santa María, levantada en Cacabelos hacia el siglo XII, sólo queda su ábside original. Inicialmente era una construcción de estilo románico, pero las sucesivas remodelaciones la han conducido a este aspecto actual, cuyo campanario se diría que se corresponde con las torres de los castillos que aparecen en las ilustraciones de los cuentos de los Hermanos Grimm. Con respecto a los orígenes de la villa de Cacabelos, se remontan a tiempos anteriores a la romanización. Los romanos conocieron estas tierras con el nombre de Bergidum, y su importancia en aquella época se constata por el paso a travfés de su entorno de la Vía Nova (calzada romana que unía la ciudad portuguesa de Braga con Astorga), y por el hecho de que éstos situaran en la antigua Cacabelos, las oficinas que administraban las minas de oro que explotaban en los yacimientos existentes en el paraje de las Médulas, a unos escasos treinta kilómetros de allí. Actualmente el parque natural de Las Médulas está considerado Patrimonio de la Humanidad.
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Río Cúa. |
Después de un buen tentempié a base de tortilla de patata y un sabroso "pulpo a feira", logramos convencer a nuestros estómagos de que teníamos que seguir caminado. Lamentablemente, abandonamos aquel establecimiento y retomamos la ruta cruzando de un lado a otro el puente Mayor sobre el río Cúa, y llegamos a la población de Pieros, a un par de kilómetros de allí.
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Santurario de Las Angustias, o de La "Quinta Angustia", Cacabe |
Antes de salir de Cacabelos, y prácticamente en sus últimas casas, nos topamos con este Santuario de las Angustias. Al parecer, es conocido por los lugareños como "De la quinta Angustia", que siguiendo la tónica habitual, se alza sobre las ruinas de otro templo.
En un momento dado, una señal nos sugería continuar por Valtuille de Arriba, un municipio que al parecer, está fuera de lo que es es la ruta oficial del Camino de Santiago, que pone de manifiesto la importancia económica que representa el paso jacobeo por algunos lugares en cierto modo deprimidos. No obstante, y dado que dicho desvío nos suponía hacer unos kilómetros de más, le hicimos caso a lo que marcaba la guía de Roy, y afrontamos el último tramo por un trayecto repleto de continuas subidas y bajadas, a modo de toboganes, que terminaba en un interminable repecho hasta Villafranca del Bierzo, nuestro fin de etapa.
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Antonio Machado, de sus
-Proverbios y cantares-.
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Estos versos de Machado, grabados sobre las losas a la vera del camino nos dieron las fuerzas suficientes para afrontar esa última rampa. Y por si habían dudas sobre el por qué estamos aquí, la inscripción lo dejaba bien claro: "No busques la respuesta en el Camino, el Camino es la respuesta".
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Villafranca del Bierzo. |
Y ahí quedaba el saludo de "Bienvenida". Justo al final de la cuesta. Para que no romper las posibles suspicacias de que realmente habíamos llegado. Eso si, todo un engaño, pues todavía nos quedaban por delante recorrer las empinadaas calles de Villafranca.
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Castillo-Palacio de los Marqueses de Villafranca.
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Y...y,...y,...uufff; ahí llegamos, a la denominada "Pequeña Compostela del Bierzo". En la parte más alta del núcleo urbano se alza el Castillo-Palacio de Los Marqueses de Villafranca (siglo XV). Es un edificio que se construyó sobre las ruinas de otra fortaleza anterior, que acabaría en escombros debido a alguna pelotera entre nobles de la época. De entrada, y visto el trazado de sus calles, es obvio pensar que el pueblo fue creciendo ladera abajo, teniendo como punto de referencia dicho castillo.
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