La imagen refleja sin lugar a dudas, la alegría del momento. Además, podría aventurarme a decir, que ayer fue el día más redondo de todos los que habíamos pasado juntos, desde el día en el que nos conocimos en aquel bar de la calle Estafeta de Pamplona: una buena etapa, buen rollo, un albergue con un encanto especial, con Blenda a su cargo como hospedera, que todavía lo hacía más mágico,....entrañable velada tras la cena. Sí, todo bonito y de color de rosa. Pero en estos segundos en los que posábamos sonrientes para la foto, aún no éramos conscientes, de lo que el destino había dispuesto para nosotros en el día de hoy. Si bien en nuestro camino hacia Puente la Reina relaté que estuvimos a las puertas del infierno, puedo asegurar que en esta etapa abrimos sus puertas y nos asomamos a ver que había dentro;...un día caótico.
Dejamos el albergue temprano para salir en dirección a Agés. Una jornada algo más larga, de unos veintisiete kilómetros, que afrontábamos como un trayecto sin más...¡Qué ingenuos! Hicimos de un tirón unos siete kilómetros hasta Villambistia, donde improvisamos un pequeño picnic; comimos sobre la mesa de un parque, junto a su iglesia gótica de San Esteban. En el descanso, se me ocurrió decirle a Brian que realmente nosotros no éramos peregrinos, si no "Almas Errantes en busca de un destino"; algo así en inglés como: "Errant souls in search of destiny". Quiero pensar que me entendió, puesto que se apresuró a escribir algo en un bloc en el que de vez en cuando le veo tomar notas. Yo creo que peregrino es aquel que hace el Camino por un motivo religioso, y ya te digo, que son aquí los menos;...vamos, hasta el momento, no he coincidido con nadie que así lo haya manifestado; seguro que los habrá, pero de momento, nada. No obstante, y sin ponerme trascendental, en adelante me referiré a todos aquellos que hacemos el Camino por otro motivo especial,...su motivo, como las "Almas Errantes", y no me malinterpretes.
Iglesia de San Esteban, Vllambistia. |
Una vez en ruta, y mientras atravesábamos la localidad de Espinosa, mi teléfono móvil sonó, y al otro lado del auricular apareció la voz de Carmen, la chica con la que cada noche contacto para cerrar el destino de mi mochila. Quería saber de nuestros pasos, pues se había olvidado de advertirme (ayer noche), que el recorrido Belorado-Agés era durísimo. Me aconsejó, que almorzáramos bien en Villafranca Montes de Oca, ya que desde allí hasta Agés, el trayecto discurría atravesando los montes de Oca y las Sierras de La Demanda y San Millán. De manera que, hasta San Juan Ortega (hacia el kilómetro veintitrés), no encontraríamos más que la fuente de Mojapán, en un punto intermedio (a unos trece kilómetros). ¿Recuerdas lo que te conté acerca de esta gente de "Nunca caminaréis solos"? Desconozco cómo operan otras compañías, pero seguramente, si Carmen no me hubiese dado la voz de alerta, es decir, no me hubiera avisado de los inconvenientes a afrontar, hubiese sido todo más dramático. Quiero imaginar que estos chemtrails que ignoramos sobre el cielo burgalés, no eran más que señales que nos avisaban del oscuro presagio que estaba a punto de acontecer. De alguna manera, y por si alguna vez acabas leyendo estas letras: Carmen, muchas gracias por estar ahí.
Puse en conocimiento de Giulia, Roy y Braian, el avatar que teníamos por delante y decidimos no demorar más nuestra parada y nos dispusimos a almorzar en el primer bar que encontramos abierto en Villafranca Montes de Oca.
Villafranca Montes de Oca. |
Repuestas nuestras fuerzas y bajo un sol que imponía justicia, emprendimos ruta caminando por un estrecho arcén. Se trataba de una carretera en la que los coches y camiones, a su paso, imponían la ley del más grande. Y así, con el miedo en el cuerpo, llegamos a las puertas de lo que fue el hospital de San Antonio Abad y la Iglesia de Santiago de Villafranca. Y como si se quisiera quedar con nosotros, de repente, una flecha sobre el asfalto nos indicaba cuál era la dirección a seguir. Que no era otra que una tremenda cuesta que daba la sensación que se venía sobre nosotros. Sin duda, el preludio de una ignorada tragedia.
Montes de Oca. |
Los deseos de alcanzar Agés, nos jugaron la mala pasada de confundir nuestro destino con San Juan de Ortega. Con lo que la alegría del momento se esfumó en el instante que vimos un cartel en el que ponía: Agés, 3.7Km. Así, exhaustos por la aplastante realidad, dejamos a un lado el Monasterio de estilo románico y nos lanzamos (a la desesperada) a terminar con aquella agonía.
¡AGÉS!...costaba creerlo, pero lo habíamos conseguido. Nada más entrar, nos dimos de bruces con el albergue Buen Camino-San Rafael. Se suponía que aquí estaría mi mochila, pero no, era evidente que sufrido lo sufrido, ...todo,...todo no podía ser tan fácil al final, y me tocó ir a buscarlo unos cientos de metros más allá, en el albergue municipal. Lo bueno fue que la hospedera de aquel primer albergue, nos ofrecía una habitación con baño individual para los cuatro, y ya que el día había transcurrido de aquella manera, decidimos aceptar su oferta y disfrutar de una comodidad extra. Después de esta accidentada etapa, en la que como comenté al principio, nos asomamos al infierno, no era para menos.
Digo yo que también merecíamos una buena cena en el albergue municipal, en la que dejar correr un poco el vino;...sólo un poco, ¿eh?. En la cena, volví a coincidir con Quique, el chico de Zaragoza, y allí, nos tuvimos el uno al otro para entendernos libremente. Echando la vista atrás, no dudé en llamar a Carmen y darle las gracias por sus consejos. Todos los días, por propia voluntad, me apunta algo de los sitios en los que pernoctar y de las posibles dificultades que podemos tener. Indudablemente, y hoy más que nunca, el servicio ofrecido fue más allá de un mero transporte de equipajes. Únicamente resaltar, que de esta etapa ella tiene un especial recuerdo, pues me contó que fue en la que en su día tuvo que decir adiós al Camino al ser atropellada,...y dije bien, atropellada por un caballo desbocado.
Digo yo que también merecíamos una buena cena en el albergue municipal, en la que dejar correr un poco el vino;...sólo un poco, ¿eh?. En la cena, volví a coincidir con Quique, el chico de Zaragoza, y allí, nos tuvimos el uno al otro para entendernos libremente. Echando la vista atrás, no dudé en llamar a Carmen y darle las gracias por sus consejos. Todos los días, por propia voluntad, me apunta algo de los sitios en los que pernoctar y de las posibles dificultades que podemos tener. Indudablemente, y hoy más que nunca, el servicio ofrecido fue más allá de un mero transporte de equipajes. Únicamente resaltar, que de esta etapa ella tiene un especial recuerdo, pues me contó que fue en la que en su día tuvo que decir adiós al Camino al ser atropellada,...y dije bien, atropellada por un caballo desbocado.
Tim Mizen, Bristol, Inglaterra. |
Tim, como siempre le digo a él, es un "gentlelman"; un inglés autentico. Vino al Camino para tomar oxígeno y olvidarse un poco de la empresa petrolífera en la que trabaja, en algún lugar del planeta Tierra. Empezó a caminar en Roncesvalles, y su intención es terminar mañana en Burgos, con lo que ya lo tiene ahí mismo. Su reto está a tan solo veintitrés kilómetros de distancia, tan a la mano como esa botella de cerveza.
Seguiremos hablando.
Te veo muy puesto ya en el camino... Y desde luego a parte del master de ingles estas haciendo uno de cervezas... Y lo que dices de la gente que encuentras en el camino y luego desaparece y al cabo de unos dias vuelve... Es así... Ya veras cuando te encuentres a alguien del principio en Santiago... Es como reencoontrarse con un viejo amigo... En fin el camino es como la vida...BUEN CAMINO!!!!
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