Las previsiones del amigo Google vaticinaban, que hoy tarde o temprano el agua caería sobre nuestras cabezas. Así que para evitar contratiempos tiré de ropa térmica, poncho, y pantalones impermeables, y con el fin de ganarle horas al reloj, nos pusimos en marcha bien temprano. Dicho sea de paso, y reitero mis palabras de ayer, el albergue Santiago de Olveiroa,100% recomendable, dormimos bien calentitos. Eso que se llama calefacción, estuvo en funcionamiento toda la noche. En mis gélidos recuerdos, nuestras estancias en: Villafranca, O Cebreiro, Arzúa, Ítero de la Vega, y Negreira. Así que a Puri, la hospedera de Olveiroa, por si lee estas letras:...MUCHAS GRACIAS.
Y ahora por la última:...¡Qué detalle!
_¿Alguien sabía que hoy era nuestro último día en el Camino? ¿Alguien nos quería dar la despedida? A las afueras de Olveiroa nos encontramos esta iluminaria que tan extraordinariamente nos marcaba el camino a seguir hacia ese faro del fin del mundo que nos quedaba a unos treinta y cinco kilómetros. Fue un modo inmejorable para "despegar", y digo "despegar", porque aquel camino era lo más parecido a la pista de un aeropuerto.
Olveiroa. |
_¿Alguien sabía que hoy era nuestro último día en el Camino? ¿Alguien nos quería dar la despedida? A las afueras de Olveiroa nos encontramos esta iluminaria que tan extraordinariamente nos marcaba el camino a seguir hacia ese faro del fin del mundo que nos quedaba a unos treinta y cinco kilómetros. Fue un modo inmejorable para "despegar", y digo "despegar", porque aquel camino era lo más parecido a la pista de un aeropuerto.
En poco tiempo nos pusimos en Vao de Ripas y Legoso, un pueblo que se esparrama por la ladera del Monte Castelo, para a continuación atravesar la aldea de Hospital, en donde sólo nos cruzamos con un perro, que no dejó de ladrarnos hasta perdernos de vista.. De repente, un zumbido extraño rompía el silencio de la mañana. Se trataba del ruido originado por un bosque un tanto futurista que encontramos a nuestro paso; un campo de aereogeneradores, que en cierto modo distorsionaba el paisaje de la comarca.
Y de repene, en eso que zigzagueamos para dejar atrás un par de curvas,...ahí estaba él, el señor océano a nuestros pies. En ese instante, vinieron a mi estos versos de la canción "A por el mar" de Luis Eduardo Aute:
"A por el mar
A por el marque ya se adivina
A por el mar
A por el mar, promesa y semilla de libertad,
A por el mar" (L.E. Aute).
Llegamos a Camiños de Chans, en donde felizmente pudimos hallar el primer bar abierto tras los dieciocho kilómetros que llevábamos de caminata. A partir de allí, digamos que ya no cabía la pérdida, ya que únicamente teníamos que limitarnos a seguir la línea de la costa y cruzar todos los pueblecitos expuestos a las bravas aguas de aquel mar. De este modo, comenzamos por Cee, la población más habitada del litoral, y la villa de Corcubión, por donde, si el reloj de su iglesia no nos engañaba, pasábamos a eso de las 13:25 PM. De allí, y una vez superado un fuerte repecho a las afueras, fuimos enlazando una con otra, las aldeas de Vilar, Amarela, Estorde, Sardiñeiro, y Calcoba. En donde no lo pudimos evitar, y nos vimos en la necesidad imperiosa de pisar de una vez por todas la arena blanca de su playa. Por cierto, volviendo a la imagen de la parroquia de Corcubión, indudablemente no podía ser de otro estilo más apropiado. Resulta ser del denominado, y no es broma, Gótico Marinero.
Bien, no sabía si contarlo o no....No sé qué sucederá,...y qué haré....Pero ahí va, me sincero. Verás, algún que otro amigo, en estos últimos días, me ha ido enviando mensajes de ánimos para superar el reto, que terminaban con un:...acuérdate, que cuando llegues a Fisterra. Y ahí estaba yo, barruntando qué hacer. Por si a caso, al pasar por Corcubión compré un encendedor en un bar, pues según me acerco a mi destino, la idea de que sería un sacrilegio que la suela de mis botas pisaran después un suelo diferente al del Camino. Tal vez todo ésto te parezca una auténtica extravagancia....Vamos, una gelipollez, pero créeme, cuando te ves en estás, supongo que la dopamina y oxitocina que corre por tu cuerpo, y la emoción acumulada, no te dejan pensar con claridad. En fin, ya te cuento luego...
Fue el último mojón que nos indicaba que ya estábamos en Fisterra, y no habría que buscar más señales. Que sólo quedaba dar ya con la dirección correcta del albergue municipal para echar la mochila a tierra por última vez. No obstante, y a pesar de que estábamos a nada de llegar, no dudamos de hacer esa clásica incursión en el primer bar que hallamos abierto;...ya me ducharía más tarde,...¡qué más da!. y una vez en el albergue,...¡¡SORPRESA!!: Volvimos a coincidir con Levin, que se disponía a partir justo en ese instante hacia Muxia, Procedimos a que nos sellaran la credencial, y la merecida Fisterrana, el documento que acredita haber hecho el Camino de Fisterra, y salimos sin perder un momento hacia el faro, ya que el aire olía a lluvia.
Los romanos situaban en este lugar el fin del mundo, y existen documentos históricos datados en el siglo I en los que se consideraba el cabo de Fisterra, como el enclave más occidental de la península ibérica. Evidentemente ellos desconocían por aquel entonces la existencia del Cabo da Roca en Portugal, que es realmente el punto más al este, e incluso el cabo de Touriñán, a unos kilómetros de aquí, que también por lo visto está más cerca también del continente americano. El hecho de que esta zona se conozca como "Costa de la Muerte", pone de manifiesto, la cantidad de vidas que se cobró fruto de todos aquellos navíos que terminaron hechos astillas tras chocar contra su escarpado entorno. El auge de la navegación a mediados del siglo XIX, llevó a las autoridades a verse en la necesidad de construir un faro aquí, con el que asegurar el transito de embarcaciones. Especialmente, porque hay que resaltar, que esta sinuosa costa se suele oculta en la niebla habitualmente.
Gorka Isasi. |
Cabo Fisterra. |
Aquel fue un brindis de..."por mí, y por todos mis compañeros". En ese momento: Brian, Ainhoa, Giulia, Su, Tim, Florian, Alex, Christine, Alicia, Juan y Carlos, Icaro, Carmen,...y el resto de Almas Errantes estaban en nuestros pensamientos. No hubo mejor manera de acabar mojados por dentro y por fuera. ...¿Y qué fue de mis botas?. Pues bien, la hospedera intuyó mis intenciones de quemarlas, cuando le pedí, si podía darme algunas hojas de papel, a lo que me advirtió, que tuviese cuidado, ya que a pesar de que comprendía mis sentimientos, tenía que ponerme en alerta, de que si me pilaban, igual me multaban. Aunque el vendaval era tal, que no hubo narices de obtener una chispa de mi encendedor que prendiera el alcohol con las que las había impregnado.
Con mis botas en una bolsa de plástico, y mis deseos de quemarlas empapados, regresé con Roy hacia el albergue con la idea de que sí, o sí, mañana antes de subirme a ese autobús que me llevaría de nuevo a Santiago, volvería al faro con un taxi para cumplir mi promesa. En el camino de vuelta entramos en un bar, y al pedirle a su propietario, si tenía periódicos viejos para darme, me contestó que sí, y que como suponía que eran para quemar mis botas, que las escaleras que quedaban justo frente a su bar, bajaban directamente hasta la playa, y que allí había una losa de cemento en la que poder prenderlas sin problemas. Cambió todo tan de repente, En un segundo, como ves, cambió todo tan de repente, que olvidé el por qué había entrado allí. Y es que, me estaba meando a tope. Si, dije bien, somos humanos. Meándome, que no me aguantaba. Me apresuré a llegar a los aseos, a bajarme el pantalón impermeable, el pantalón de chándal, y el:....¿para qué me pondría hoy un pantalón térmico? Efectivamente, no me dio tiempo, y tras dar rienda suelta a una primera gota,...allá que fue relajadamente todo el resto. Menos mal que todavía no me había duchado. Al fin y al cabo estaba totalmente calado. Qué carai, mi promesa se cumpliría, y las ceniza de mis botas quedarían allí esparcidas para siempre.
_Roy: si lees estas letras alguna vez, quiero que sepas, que aquella tarde me mee encima, pero valió la pea.
Con respecto al albergue municipal de Fisterra, estimo que le podrían dar un lavado de imagen y modernizarlo un poco, pero es mi último día en el Camino, y no me extenderé más al respecto. En cualquier caso, llegamos tan acelerados de dirigirnos con premura hasta el faro, y el hecho de que allí, nos sellaban al credencial y nos extendían la Fisterrana, nos llevó a alojarnos en él y no buscar más. Además, el autobús que me tenía que llevar a Santiago la mañana siguiente, tenía su parada justo en su puerta, con lo que no hubo opciones.
Una vez bien duchados,...y no era para menos ese día en particular, salimos a cenar y a darnos un pequeño homenaje en un pub con buen rock and roll y buenos gin-tonics. Como era de esperar, el móvil hoy echó humo, ya que uno tras otro empezaron a entrar mensajes de felicitación por haber llegado a Fisterra. Fue entonces cuando descubrí que detrás de estas letras había gente.
Una vez aquí, y habiendo recorrido este Camino a Fisterra, he detectado cierto "pique" de las personas que viven en esta ruta, con respecto a sus sentimientos hacia las otras variantes. No obstante, y visto lo visto, tengo que reconocer, y lo he vivido en primera persona, que si bien el camino en si, en esta época del año está poco transitado, su destino a Fisterra te hace sentirte en una soledad extrema, pues apenas te cruzas casi con nadie. Aunque esa extraña soledad queda al margen cuando llegas a esta cruz, te apoyas en ella, y miras al frente. Hay personas que al llegar a Santiago, optan por desplazarse hasta aquí en autobús, o en un coche de alquiler, como creo que han hecho Alex y otros tantos. En mi caso, y hablo por mi, valió la pena.
Con respecto al albergue municipal de Fisterra, estimo que le podrían dar un lavado de imagen y modernizarlo un poco, pero es mi último día en el Camino, y no me extenderé más al respecto. En cualquier caso, llegamos tan acelerados de dirigirnos con premura hasta el faro, y el hecho de que allí, nos sellaban al credencial y nos extendían la Fisterrana, nos llevó a alojarnos en él y no buscar más. Además, el autobús que me tenía que llevar a Santiago la mañana siguiente, tenía su parada justo en su puerta, con lo que no hubo opciones.
Una vez bien duchados,...y no era para menos ese día en particular, salimos a cenar y a darnos un pequeño homenaje en un pub con buen rock and roll y buenos gin-tonics. Como era de esperar, el móvil hoy echó humo, ya que uno tras otro empezaron a entrar mensajes de felicitación por haber llegado a Fisterra. Fue entonces cuando descubrí que detrás de estas letras había gente.
Cabo de Fisterra. |
Seguiremos hablando.
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