miércoles, 2 de noviembre de 2016

Dia XXXII. 29.11.2015:: Arzúa > Santiago de Compostela (39,1Km);...el asalto a Santiago.

Bueno, bueno,...bueno. Antes de decirte nada,  adelantarte que  la almohada me dijo anoche, que ya que estoy aquí, que aproveche las circunstancias y camine con Roy hasta que el mar me impida seguir caminado:...nos vamos a Fisterra.


  Me levanté un poco más temprano de lo habitual, pues había quedado con Dani por la noche para hacerle otra puesta a punto a sus malogrados tobillos e intentar que de momento puediera alargar su estancia un día más. Como dice  Simeone, el entrenador del (mi) Atlético de Madrid, Dani va "partido a partido". Antes de emprender lo que sería esa "penúltima"  etapa, vinieron a despedirse de mi Florian y Christine, ya que   habían decidido hacer de un tirón los casi cuarenta kilómetros que nos separaban de la capital compostelana;...todo un atrevimiento en estos momentos en los que las piernas flaquean más de lo habitual por el cansancio acumulado. El caso es, que le empecé a dar vueltas yo también a esa idea loca, se la expuse a Roy, me contestó con su clásico: "maybe",...y allí que nos lanzamos.  Por lo que nos despedimos de todos,...quienes como era de esperar, nos tacharon de "locos"  y partimos.



Amanecer en Arzúa.
  Después de un breve café con leche emprendimos la marcha con un sol que titubeaba todavía sobre el horizonte. Aquel, no dejaba de ser un día agridulce,  dado que el fin del Camino, si todo salía según lo previsto, lo alcanzaríamos en alrededor de once horas: hora arriba, hora abajo. O lo que viene a ser lo mismo, dos cervezas más dentro, o dos cervezas más fuera de nuestros estómagos. En una de las últimas calles de Arzúa, a las puertas de un pub, un grupo de gente despedía su "sábado noche", y uno de ellos a nuestro paso, cubata en mano en alto nos saludó con un:..."buenas noches, bien venidos hijos del rock and roll". A lo que no me quedó otra que contestar, en honor a la mítica canción del roquero Miguel Ríos:..."os saludan los aliados de la noche". Sin duda aquel saludo fue para mí el preludio de  que sería una buena jornada.




...Por debajo de esa N-547
  
  En gran parte del recorrido, y como sucedió otras tantas veces, una carretera fue la protagonista de la jornada. De derecha a izquierda, de izquierda a derecha, por arriba y por abajo seguimos el señuelo que nos marcaba la N-547 y recorrimos las calles de As Barrosas, la cuesta hasta Preguntoño (...que menos mal que se afronta nada más salir), A Peroxa, Taberna Vella, Calzada, Rúa de Ferreiros, Boavista, y Salceda, en donde hicimos nuestra primera parada allá por el kilómetro once.










Rúa de Ferreiros,
 Rego de Igrexario (W.D.)
   De este primer tramo   tengo que resaltar en especial nuestro paso por Rúa de Ferreiros. Un pequeño rincón que seguramente es de los más atractivos desde que salí desde Saint Jean Pied de Port. Su denominación de Rúa (Calle en español), resulta de lo más apropiada, pues es una aldea que viene a ser prácticamente eso,...una calle. Así que cruzamos de punta a punta el lutar, sin otro sonido en el ambiente que no fuera el piar de algún pájaro, un perro al otro lado de una puerta, y el sonido del agua del riachuelo conocido como el Rego de Igrexario. Créeme, un enclave mágico. 
 











   A lo largo de la travesía el paisaje a nuestro alrededor, sorprendentemente,  se compuso   principalmente de bosques de eucaliptos. Un tipo de árbol de origen australiano, con el que a mediados del siglo XX, y es de suponer, que por algún motivo o interés económico, alguien decidió que era la especie idónea para reforestar la región; en detrimento claro está, de los carballos, castaños, pinos gallegos, tejos, y demás especies autóctonas, que contemplaban atónitas, cómo aquel intruso se hacía el dueño de su hábitat natural.  



A Rua (W.D:).                 

  Una vez bien almorzados en Salceda, proseguimos hasta O Xén, Ras, A Brea, O Empalme,  Santa Irene, A Rúa, y O Pedrouzo, en donde establecimos nuestro segundo punto de avituallamiento a eso del medio día; una buenísima hora para mantener el plan previsto, a lo largo de una mañana en la que  nos sucedieron varias anécdotas. De entrada, y nada más salir de ese bar en el que nos habíamos detenido, nos encontramos con el alma gemela del mismísimo "Emerson Fittipaldi". Es decir, Alex;...ya ves cómo zumba el inglés. Le llevábamos en teoría una hora de distancia, y nos acabó dando caza. Más tarde, en los alrededores de  A Brea, coincidimos con un grupo de gente que andaban un tanto confusos, pues según nos advirtieron, era la segunda vez que que pasaban por ese mismo punto en esa mañana. Al parecer en esa zona confluyen las variantes del Camino Francés y del Norte, y aquellas Almas Errantes  se hallaban atrapados en un bucle de señales; un laberinto del que pudieron salir gracias a la guía de Roy, o mejor dicho,...para ellos en ese instante San Roy. Y finalmente, la nota más agradable y nostálgica de los kilómetros que habíamos recorrido. En nuestro paso por O Pedrouzo, y tras no sé cuántos días, nos reencontramos con Su, quien acabaría uniéndose a nosotros hasta el final.




O Pedrouzo.
  En nuestra parada en O Pedrouzo, y mientras conversábamos en un bar los tres,  en un momento dado me salió del alma decirles a Su y a Roy, la que fue seguro la frase de la jornada, y que refleja de una fora forma fehaciente el estado de nuestras espaldas y piernas:..."necesito pronto unas vacaciones". 









   Ya estaba ahí, al alcance de nuestra mano. Por delante únicamente: Cimadevilla, San Paio, Lavacolla, San Marcos, Monte do Gozo, y....¡¡SANTIAGOOOOOOO!!.  Esos últimos veinte kilómetros comenzaron con una dura subida hasta Cimadevilla; un nombre de lo más apropiado, con un desnivel que me llevó a recordar lo que fueron los tramos del Paso de Napoleón, en Pirineos, la accidentada subida a los montes de Oca y al Taso de Mostelares en  Castrogeriz, la extenuante incursión en las montañas nevadas de León, y el día que tocamos el cielo en O Cebreiro.

                                                     



Iglesia de San Paio, Lavacolla.
  El zumbido de los los aviones sobre el cielo nos anunciaba que estábamos cerca de Lavacolla, la aldea en la que se sitúa el aeropuerto de Santiago de Compostela. Además, es la villa en la que se localiza la salida de lo que se considera la última etapa del Camino Francés hacia Compostela.
















Río Lavacolla.
  Cuenta la historia, que a orillas de esta río  se detenían los peregrinos antes de entrar en Santiago con el fin de asearse y de este modo, entrar en la ciudad santa no sólo con el alma purificada por la ofrenda de su peregrinación, si no también con eso que la envuelve y se llama piel. Aun así, y dado que el jabón era por entonces un bien escaso, y el agua no lo era todo, el ambiente en el interior de la catedral de Santiago repleta de personas en busca de su jubileo se podía cortar. De ahí que idearan antaño, el colgar del techo del templo, un enorme "botafumeiro". Un artilugio que consistía en un recipiente metálico que se hacía girar por encima de las cabezas de los fieles con incienso ardiendo en su interior con el fin de esparcir su humo oloroso y disimular ese aroma a humanidad. En realidad no sé que resulta menos agradable, si cada olor por separado, o la fusión de ambos. 






Poltergeits en Lavacolla.
  ...Y ahora, ¿cómo explicarlo? Hay cosas que rozan la parapsicología, el más allá, y los fenómenos extraños. No me cuentes por dónde. Pensaré que llegó en helicóptero,...no lo sé. La cuestión es que cuando pasábamos por delante de un bar en Lavacolla,....sí...efectivamente,...sí,...sonó un silbido;...Alex y Christine  reclamaban nuestra presencia una vez más  allí. ¿En qué lugar nos adelantó?,...¿tomaría un atajo? Lo de hoy a bien seguro fue un poltergeist. Entiendo que Christine fuera por delanteí,...pero Alex.....???.



En algún bar de la Rúa Das Fontiñas,
Santiago de Compostela.
 Sin duda el ser humano es un animal de costumbres. Habíamos tomado la rúa Das Fontiñas....No sé, a un par de kilómetros de besar el ansiado fin, nos topamos de frente con Alex y Christine, los Velociraptors del grupo, a los que habíamos dejado marcharse hacía un buen rato (...a ver quién era el guapo que podía aguantar su ritmo), que habían decidido detenerse para echar la última...





  La entrada en Santiago tenía un halo muy especial, y por momentos me recordaba esas secuencias de las películas bélicas, cuando los soldados regresan a casa. Además, según nos acercábamos a los aledaños de la catedral, el número de Almas Errantes aumentaba por instates en cada esquina.




  De la nada, en eso que nos encaminábamos a empezar a callejear por la zona vieja de la capital compostelana para ir en busca de la oficina del peregrino para que nos sellaran la credencial y obtener la merecida Compostela, una voz a nuestras espaldas solicitaba unirse al grupo;...era Florian, que finalmente, y supongo que con un esfuerzo extra y unas cuantas cervezas menos que nosotros había logrado alcanzarnos.




Oficina de acogida al peregrino,     
Acreditación de la Compostela.
Rúa Das Carretas 33.
Santiago de Compostela.



 ...Quién lo diría. Un 30 de octubre me encontraba más o menos a la misma hora en la Oficina del Peregrino de Saint Jean Pied de Port, Francia. Y ahora, un mes después me encuentraba  a unos 755Km de allí en la Oficina de Acogida al  Peregrino de Santiago, en donde una voz al otro lado del mostrador, antes de entregarte la credencial con el último sello, y la Compostela, te pregunta:,...¿por qué hiciste el Camino?. Pues bien. Acuérdate que debes de contestar: _Por motivos religiosos, ...que ya te digo yo, que son los menos.... O, por motivos espirituales. Ya que  de lo  contrario, de responder algo así como,...porque me gusta viajar, o porque me encanta la aventura, hay quién dice que puedes correr el riesgo de que finalmente no te acrediten tu paso por la ruta jacobea. A las puertas del lugar vinieron a recibirnos Brian y Levin, que sabían de nuestra llegada y se habían acercado para darnos la bien venida.



Albergue Roots and Boots,
Rúa Crurceiro do Gaio 7,  699 6315 94.
 Santiago de Compostela.

    Alex, siempre tan previsor, hizo una reserva parra todos en el Roots & Boots. Un albergue privado del todo recomendable: bien situado, limpio, instalaciones suficientes y cómodas, por medio de habitaciones pequeñas, y un trato excepcional de las personas que lo regentan. Especialmente de Lola Corregal, la chica que nos recibió. Por momentos creía estar alojado en un hostel inglés, ya que se trata de una casa señorial del siglo XIX. Y bueno, hay un par de detalles a tener en cuenta al hospedarse en Santiago: por una parte, y dado que íbamos a pernoctar dos noches, evitábamos tener que abandonar el lugar por la mañana temprano, como sucede en los albergues parroquiales. Y luego,...estamos en Santiago,...¿no?. Con lo que la noche fácilmente se alargue, y este Roots & Boots permite su acceso "libre" por medio de un código de acceso. Con lo que no hay "toque de queda" para volver. Como en otras ocasiones, mis observaciones las he escrito aquí tras pasar por caja, con lo que cualquier contraprestación al respecto queda fuera de dudas, y si el sitio las merece, ah las dejo.



  Y al igual que "aquel", en algún bar de la Rúa do Franco, celebrando lo que sería tal vez nuestra "última cena" en el Camino. Luego, me deje llevar por el grupo y terminé cenando en una pizzería. El lugar que yo nunca hubiese escogido, teniendo las tabernas y bares que teníamos alrededor. Me resignaré y dejaré el "pulpo a feira" para mañana.





  Y ahora regresaré a las primeras notas de hoy. Aquellas líneas en las que ciertas personas nos tacharon de "locos" por el atrevimiento de aventurarnos a terminar hoy durmiendo en Santiago. Pues bien, al salir de cenar, y en mitad de la calle, ahí estaban frente a nosotros: Dani, el chico de Valencia, del que tengo que resaltar, que me ha hecho creer en la fisioterapia, ya que logró pisar suelo compostelano; Pablo, el gallego; y Giulia y Agnese Parola, las hermanas italianas de Brescia. Quienes prácticamente con la noche cerrada,  a eso de las 20:30PM lograron pisar suelo compostelano, y con ello, tengo que entender que al igual que nosotros, por esa regla de tres, terminaron "enloqueciendo".



...¡Ah!, una salvedad....¿Qué fue de la entrañable Giulia?  A mitad de la cena, un What's App de la italiana nos ponía en alerta de que nos estaba buscando. Del cómo llegó hasta aquí, de momento es un enigma. Por lo que he podido entender, hizo una parada intermedia en algún lugar entre Arzúa y O Pedrouzo, y finalmente, supongo que no desgastando mucho la suela de sus botas, consiguió llegar a tiempo. En cualquier caso, eso era lo que contaba ya.




    Poco que contar de estas cuatro Almas Errantes, pues desgraciadamente coincidimos sólo los últimos días, aunque el "feeling" suficiente para que les haga un hueco en esta historia. De Dani, únicamente apuntar como comenté en su día, que se trata de un cocinero valenciano a quien tomé en un principio por polaco, que comenzó a dar sus primeros pasos en Ponferrada.  Pablo, es un mecánico de A Coruña, que vino aquí para dejar de mancharse de grasa y alejarse de las herramientas que le rodean en el taller en el que trabaja.. ...Y qué decir de las italianas Giulia y Agnese,...Que son un encanto de chicas, que al igual que a Dani, tomé de entrada por dos amigas austriacas o polacas, que acabaron siendo dos hermanas italianas.



Giulia y Agnese Parola.
Brecia, Italia.
Dani, Benimaclet, Valencia, / Pablo, A coruña.


  Seguiremos hablando.
  

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