miércoles, 2 de noviembre de 2016

Día XXXVI. 03.12.2015: Olveiroa > Fisterra (34.9Km);...veni, vidi,...¡¡vici!!.

 

  Las previsiones del amigo Google vaticinaban, que hoy tarde o temprano el agua caería sobre nuestras cabezas. Así que para evitar contratiempos tiré de ropa térmica, poncho, y pantalones impermeables, y con el fin de ganarle horas al reloj, nos pusimos en marcha bien temprano. Dicho sea de paso, y reitero mis palabras de ayer, el albergue Santiago de Olveiroa,100% recomendable, dormimos bien calentitos. Eso que se llama calefacción, estuvo en funcionamiento toda la noche. En mis gélidos recuerdos, nuestras estancias en: Villafranca, O Cebreiro, Arzúa, Ítero de la Vega,  y Negreira. Así que a Puri, la hospedera de Olveiroa, por si lee estas letras:...MUCHAS GRACIAS. 




Olveiroa.
  Y ahora por la última:...¡Qué detalle! 
_¿Alguien sabía que hoy era nuestro último día en el Camino? ¿Alguien nos quería dar la despedida? A las afueras de Olveiroa nos encontramos esta iluminaria que tan extraordinariamente nos marcaba el camino a seguir hacia ese faro del fin del mundo que nos quedaba a unos treinta y cinco kilómetros. Fue un modo inmejorable para "despegar", y digo "despegar", porque aquel camino era lo más parecido a la pista de un aeropuerto.









Hospital (W.D.)
  En poco tiempo nos pusimos en Vao de Ripas y Legoso, un pueblo que se esparrama por la ladera del Monte Castelo, para a continuación atravesar la aldea de Hospital, en donde sólo nos cruzamos  con un perro, que no dejó de ladrarnos hasta perdernos de vista.. De repente, un zumbido extraño rompía el silencio de la mañana. Se trataba del ruido originado por un bosque un tanto futurista que encontramos a nuestro paso; un campo de aereogeneradores, que en cierto modo distorsionaba el paisaje de la comarca.




   Más o menos a la altura del kilómetro seis, la carretera se bifurcó en dos; Muxia a la izquierda, y Fisterra, nuestra opción, a la derecha. Así que tiramos por la diestra, y anduvimos por un trayecto que transcurría por una pista forestal, que iba picando tan tenuemente hacia arriba, que no nos dimos cuneta de a dónde habíamos subido, hasta que comenzamos a descender,  y empezamos a sentir que los dedos de nuestros pies iban a asomarse por la punta de nuestras botas de un momento a otro.



Ría de Corcubión.
   Y de repene, en eso que zigzagueamos para dejar atrás  un par de curvas,...ahí estaba él, el señor océano a nuestros pies. En ese instante, vinieron a mi estos versos de la canción "A por el mar" de Luis Eduardo Aute:







"A por el mar
A por el marque ya se adivina
A por el mar
A por el mar, promesa y semilla de libertad,
A por el mar" (L.E. Aute).
                                                                                               


Iglesia de San Marcos, Corcubión.
  Llegamos a Camiños de Chans, en donde felizmente pudimos hallar el primer  bar abierto tras los  dieciocho kilómetros que llevábamos de caminata. A partir de allí, digamos que ya no cabía la pérdida, ya que únicamente  teníamos que limitarnos a seguir la línea de la costa y  cruzar todos los pueblecitos expuestos a las bravas aguas  de aquel mar. De este modo, comenzamos por Cee, la población más habitada del litoral, y  la villa de Corcubión, por donde, si el reloj de su iglesia no nos engañaba, pasábamos  a eso de las 13:25 PM. De allí, y una vez  superado un  fuerte repecho a las afueras, fuimos enlazando una con otra,  las aldeas de Vilar, Amarela, Estorde, Sardiñeiro, y Calcoba. En donde no lo  pudimos evitar, y nos vimos en la necesidad imperiosa de pisar de una vez por todas la arena blanca de su playa. Por cierto, volviendo a la imagen de la parroquia de Corcubión, indudablemente no podía ser de otro estilo más apropiado. Resulta ser del denominado, y no es broma,    Gótico Marinero.






Sardiñeiro.

  Bien, no sabía si contarlo o no....No sé qué sucederá,...y qué haré....Pero ahí va, me sincero. Verás, algún que otro amigo, en estos últimos días, me  ha ido enviando mensajes de ánimos para superar el reto, que terminaban con un:...acuérdate, que cuando llegues a Fisterra. Y ahí estaba yo, barruntando qué hacer. Por si a caso,  al pasar por Corcubión compré un encendedor en un bar, pues según me acerco a mi destino, la idea de que sería un sacrilegio que la  suela de mis botas pisaran después un suelo diferente al del Camino.  Tal vez todo ésto te parezca  una auténtica extravagancia....Vamos, una gelipollez, pero créeme, cuando te ves en estás, supongo que la dopamina y oxitocina que corre por tu cuerpo, y la emoción acumulada,  no te dejan pensar con claridad. En fin, ya te cuento luego...



Playa de Calcoba.


  Fue el último mojón que nos indicaba que ya estábamos en Fisterra, y no habría que buscar más señales.  Que sólo quedaba dar ya con  la dirección correcta del albergue municipal para echar la mochila a tierra por última vez. No obstante, y a pesar de que estábamos a nada de llegar, no dudamos de hacer esa clásica incursión en el primer bar que hallamos abierto;...ya me ducharía más tarde,...¡qué más da!.  y una vez en el albergue,...¡¡SORPRESA!!: Volvimos a coincidir con Levin, que se disponía a partir justo en ese instante hacia Muxia, Procedimos a que nos sellaran la credencial, y la merecida  Fisterrana, el documento que acredita haber hecho el Camino de Fisterra, y salimos sin perder un momento hacia el faro, ya que  el aire olía a lluvia.



Faro de Fisterra.
  Los romanos situaban en este lugar el fin del mundo, y existen documentos históricos datados en el siglo I en los que se consideraba el cabo de Fisterra, como el enclave más occidental de la península ibérica. Evidentemente ellos desconocían por aquel entonces  la existencia del Cabo da Roca en Portugal, que es realmente el punto más al este, e incluso el cabo de Touriñán, a unos kilómetros de aquí, que también por lo visto  está más cerca también del continente americano. El hecho de que esta zona se conozca como "Costa de la Muerte", pone de manifiesto, la cantidad de vidas que se cobró fruto de todos aquellos navíos que terminaron hechos astillas tras chocar contra su escarpado entorno. El auge de la navegación a mediados del siglo XIX, llevó a las autoridades a verse en la necesidad de construir un faro aquí, con el que asegurar el transito de embarcaciones. Especialmente, porque hay que resaltar, que esta sinuosa costa se suele oculta en la niebla habitualmente.




  Como era de esperar el amigo Google no se equivoco, y nos calló del cielo lo que no estaba escrito. Salimos caminando bajo unas tímidas gotas de agua que arrastraba el aire, nos detuvimos un instante en un supermercado con el propósito de comprar un par de botes de cerveza con los que poder brindar en al llegar al  faro. Pero de pronto, Iskur, el dios de las tormentas, exprimió con todas sus fuerzas las nubes, agito la tierra,  y la lluvia comenzó a caer: de arriba a bajo, de abajo hacia arriba, de izquierda a derecha;...vamos, que para qué intentar refugiarse, daba igual. Ahora los meteorólogos definen estos fenómenos con el término de ciclogéeisis explosiva, pero ya te digo, todo tiene que ver con una buena tormenta.



Gorka Isasi.
  Fue una auténtica sorpresa, pues compartimos aquel mágico momento con Gorka, el chico de Baracaldo, quien por cierto, instantes después a esta fotografía,  al introducir  su mano en el bolsillo de su chubasquero, dio con los restos de un papel mojado, de lo que se suponía  era su Fisterrana,  que había olvidado dejar en el albergue. Espero que la hospedera le hiciera una nueva acreditación.  Ya ves, después de sus abandonos en Zubiri y Santo Domingo de la Calzada, desde que saliera de Roncesvalles, su hazaña había acabado con éxito. Ahora me ha comentado que tiene intención de ir a Muxía para quedarse un tiempo de voluntario en un campo de trabajo. 



Cabo Fisterra.


   Aquel fue un brindis de..."por mí, y por todos mis compañeros". En ese momento: Brian, Ainhoa,  Giulia, Su, Tim, Florian, Alex, Christine, Alicia, Juan y Carlos, Icaro, Carmen,...y el resto de Almas Errantes  estaban en nuestros pensamientos. No hubo mejor manera de acabar mojados por dentro y por fuera. ...¿Y qué fue de mis botas?. Pues bien, la hospedera intuyó mis intenciones de quemarlas, cuando le pedí, si podía darme algunas hojas de papel, a lo que me advirtió, que tuviese cuidado, ya que a pesar de que comprendía mis sentimientos, tenía que  ponerme en alerta, de que si me pilaban, igual me multaban. Aunque el vendaval era tal, que  no hubo narices de obtener una chispa de mi encendedor que prendiera el alcohol  con las que las había impregnado.




  Con mis botas en una bolsa de plástico, y mis deseos de quemarlas empapados, regresé con Roy hacia el albergue con la idea de que sí, o sí, mañana antes de subirme a ese autobús que me llevaría de nuevo a Santiago, volvería al faro con un taxi para cumplir mi promesa. En el camino de vuelta entramos en un bar, y al pedirle a su propietario, si tenía periódicos viejos para darme, me contestó que sí, y que como suponía que eran para quemar mis botas, que las escaleras que quedaban justo frente a su bar, bajaban directamente hasta la playa, y que allí había una losa de cemento en la que poder prenderlas sin problemas. Cambió todo tan de repente, En un segundo, como ves,  cambió todo tan de repente, que olvidé el por qué había entrado allí. Y es que, me estaba meando a tope. Si, dije bien, somos humanos. Meándome, que no me aguantaba. Me apresuré a llegar a los aseos, a bajarme el pantalón impermeable, el pantalón de chándal, y el:....¿para qué me pondría hoy un pantalón térmico? Efectivamente, no me dio tiempo, y tras dar rienda suelta a una primera gota,...allá que fue relajadamente todo el resto. Menos mal que todavía no me había duchado. Al fin y al cabo estaba totalmente calado. Qué carai, mi promesa se cumpliría, y las ceniza de mis botas quedarían allí esparcidas para siempre.

  _Roy: si lees estas letras alguna vez, quiero que sepas, que aquella tarde me mee encima, pero valió la pea.



  Con respecto al albergue municipal de Fisterra, estimo que le podrían dar un lavado de imagen y modernizarlo un poco, pero es mi último día en el Camino, y no me extenderé más al respecto. En cualquier caso, llegamos tan acelerados de dirigirnos con premura hasta el faro, y el hecho de que allí, nos sellaban al credencial y nos extendían la Fisterrana, nos llevó a alojarnos en él y no buscar más. Además, el autobús que me tenía que llevar a Santiago la mañana siguiente, tenía su parada justo en su puerta, con lo que no hubo opciones.


   Una vez bien duchados,...y no era para menos ese día en particular, salimos a cenar y a darnos un pequeño homenaje en un pub con buen rock and roll y buenos gin-tonics. Como era de esperar, el móvil hoy echó humo, ya que uno tras otro empezaron a entrar mensajes de felicitación por haber llegado a Fisterra. Fue entonces cuando descubrí que detrás de estas letras había gente.



Cabo de Fisterra.
  Una vez aquí, y habiendo recorrido este Camino a Fisterra, he detectado cierto "pique" de las personas que viven en esta ruta, con respecto a sus sentimientos hacia las otras variantes. No obstante, y visto lo visto, tengo que reconocer, y lo he vivido en primera persona, que si bien el camino en si, en esta época del año está poco transitado,  su destino a Fisterra te hace sentirte en una soledad extrema, pues apenas te cruzas casi con nadie. Aunque esa extraña soledad queda al margen cuando llegas a esta cruz, te apoyas en ella, y miras al frente. Hay personas que al llegar a Santiago, optan por desplazarse hasta aquí en autobús, o en un coche de alquiler, como creo que han hecho Alex y otros tantos. En mi caso, y hablo por mi, valió la pena. 


Seguiremos hablando.

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